Misión - Visión

VISIÓN

Colegio católico inserto en el sector rural de la costa de Osorno, al servicio del mundo indígena y campesino y sus distintas manifestaciones culturales y espirituales, desarrollando especialmente la relación y colaboración con la cultura mapuche-huilliche. Colegio que atrae, acoge y enriquece también a quienes desde la ciudad se movilizan hacia el campo en busca de progreso espiritual, cultural e intelectual. Colegio que ofrece a todos la posibilidad de vivir en armonía con los demás, con la naturaleza y con Dios, en un proceso de aprendizaje continuo, animado por educadores competentes, asumido por alumnos(as) responsables, apoyado por familias comprometidas.

 

MISIÓN

Formar personas capaces de aprender y de emprender, de encontrarse, respetar y dialogar con otros, desarrollando sus talentos, habilidades y conocimientos, libertad y autonomía, proponiéndoles desde la riqueza del Evangelio de Jesucristo una vida alegre, sencilla y fraterna, para que puedan participar positivamente y servir generosamente en la sociedad.

 

NOTAS EXPLICATIVAS SOBRE NUESTRA VISIÓN Y MISIÓN.

La identidad católica y la tradición franciscana

Hemos sido desde los orígenes y seguimos siendo un colegio de la Iglesia Católica. Nos situamos en medio de la mision de Quilacahuín, que por siglos ha sido un testimonio del amor de Dios para todos y todas y ha ofrecido el Evangelio como fuente de vida, sabiduría, espiritualidad y servicio. Muchos religiosos y religiosas, principalmente de la familia franciscana, han entregado en esta mision y en este colegio lo mejor de sus vidas, animados por el Espíritu Santo que sopla sin cesar. Hoy, el colegio es llevado principalmente por laicos católicos, quienes asumen su responsabilidad en la misión de toda la Iglesia. La espiritualidad franciscana  sigue animándonos hoy, y en nuestra misión y visión se sintetiza  en estas frases programáticas: “vivir en armonía con los demás, con la naturaleza y con Dios”, “proponiéndoles desde la riqueza del Evangelio de Jesucristo una vida alegre, sencilla y fraterna”. Como instituciones católicas, enseñamos la religión católica en el currículum obligatorio, ofrecemos servicios pastorales y de formación cristiana, celebramos la fe en fiestas religiosas especiales, hablamos con libertad sobre las cosas de Dios. Sabemos que no todos quienes se acercan a nosotros son católicos: hay otros cristianos, hay quienes se han alejado de la fe y las prácticas religiosas, hay mapuches-huilliches que tienen su propia espiritualidad. A todos les ofrecemos nuestra riqueza espiritual, al tiempo que recibimos con admiración lo mejor de cada persona y cada grupo. Con todos compartimos y aprendemos, a todos respetamos y queremos, a todos les pedimos respeto.

El contexto geográfico y sociocultural

La ubicación geográfica de nuestro colegio no es casual ni neutra. Desde los inicios, la intención ha sido estar cerca de las familias campesinas, ofreciendo educación accesible, acogedora y pertinente. Somos un colegio rural marcado por la experiencia del mundo campesino y cultura mapuche-huilliche, conscientes de los cambios que éste ha tenido y seguirá teniendo. Hemos visto que muchas familias campesinas han migrado definitivamente a la ciudad, sabemos también que muchos jóvenes aspiran a estudios medios y superiores en instituciones educacionales de la ciudad. Al mismo tiempo, sin embargo,  vemos un creciente número de familias que vuelven al campo, quizá cansadas de una aventura que las ha desenraizado y quitado identidad.  Vemos también niños y jóvenes que desean permanecer en el campo, como una opción de vida. Vemos asimismo  jóvenes familias que, siendo de la ciudad, comienzan a buscar un estilo de vida más esencial, quizás cansadas de los excesos y las falsas promesas de una sociedad consumista e individualista. Por eso, nos planteamos no solo el servicio al mundo campesino, sino a quienes desean acercarse al campo “en busca de progreso  espiritual, cultural e intelectual”.

Pluralidad, diálogo y respeto

Notamos que ni en el campo ni en la ciudad hay uniformidad, y que la nota distintiva es la variedad y el cambio. Por eso, nuestro servicio al mundo campesino es “a sus distintas manifestaciones culturales y espirituales”, evitando encasillamientos y  dogmatismos. Por eso también, la formación que ofrecemos enfatiza la capacidad de “encontrarse, respetar y dialogar con otros”, tan necesaria en nuestra sociedad plural, tan importante para aprovechar la riqueza que todos aportan, y así construir juntos un mundo mejor.

El mundo mapuche-huilliche

En esta pluralidad que reconocemos y valoramos, nos damos cuenta de la importante presencia de los mapuches-huilliches en sus distintas comunidades y manifestaciones y culturas. En el Chile de hoy, aprendiendo del pasado y mirando hacia el futuro, compartimos sus deseos y esfuerzos, y queremos de distintas formas ser un espacio para su desarrollo. Apreciamos que la mayoría de las familias que se acercan a nuestro colegio tienen raíces mapuche-huilliche: lo vemos en sus apellidos, en sus historias, en el territorio que habitan, en muchas expresiones culturales. Más allá de esta mayoría, vemos también algunas familias que no solo tienen raíces, sino una gran identidad mapuche-huilliche, y que se encuentran en un proceso consciente y deliberado de reconstrucción cultural e identitaria. Vemos a otras muchas personas que sin ser mapuche-huilliche han desarrollado una gran solidaridad y simpatía hacia ellos. Como colegio, nos interesa acoger y potenciar todas estas manifestaciones. Curricularmente lo hacemos a través del programa de Educación Intercultural Bilingüe (EIB), que incluye clases de lengua y cultura indígena para todos nuestros estudiantes. Comunitariamente, lo hacemos desarrollando actitudes y promocionando encuentros y celebraciones que nos permiten compartir la riqueza espiritual que todos llevamos dentro.

Aprender y progresar: buscar la excelencia

Como colegio, nuestra principal ocupación es provocar y facilitar el  “aprendizaje continuo” a personas que desean “progreso espiritual, cultural e intelectual”. Contamos con el compromiso de todos los actores: “educadores competentes… estudiantes responsables… familias comprometidas”.  Esta alianza entre estudiantes, educadores y familias es crucial para lograr las altas expectativas que tenemos: que todos puedan “aprender y emprender”, “desarrollando sus talentos, habilidades y  conocimientos,  su libertad y su autonomía”. Sabemos que en este camino hay dificultades, y ponemos distintos medios para superarlas. En el fondo,  más allá de los contenidos, nuestras altas expectativas tienen en el horizonte el “formar personas capaces… para que puedan participar positivamente y servir generosamente en la sociedad”.